
Ernest Rutherford estudiante universitario.
Se licenció brillantemente en la universidad lo que le permitió conseguir una beca para continuar sus estudios en Gran Bretaña. Eligió el prestigioso Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge principalmente porque era dirigido por Joseph J. Thomson, quien era autor de un libro sobre electricidad que había guiado los estudios de Rutherford en ese tema. Esto fue una feliz coincidencia, pues puso al hombre adecuado en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Estamos hablando de los últimos años del siglo XIX y es necesario situar ese momento en lo que a la investigación en Física se refiere. Es ese tiempo cuando el alemán Wilhelm Röntgen descubre los Rayos y el francés Henri Becquerel el fenómeno de la radiactividad. Estos dos fenómenos producían efectos de naturaleza eléctrica en su interacción con la materia, y esto atrajo la atención del joven físico neozelandés. Rutherford descubrió dos tipos de emisiones radiactivas: los denominó rayos alfa y rayos beta. Esos rayos alfa, que Rutherford acabó por conocer muy bien, sería fundamentales en su trascendental descubrimiento del núcleo atómico. Inmediatamente hay que mencionar que en el tema de la radiactividad estaban presentes con gran protagonismo los esposos Pierre y Marie Curie. Precisamente en 1911 Marie Curie recibía el Premio Nobel de Química (había recibido el de Física ocho años antes) por descubrir el Radio y el Polonio, y este 2011 se celebra el Año Internacional de la Química. Por cierto, la química francesa (de origen polaco) es la única persona en haber recibido un Nobel en Quimica y otro en Física.
Por su parte, Thomson llegó en esa época al descubrimiento de los electrones, y que toda la materia –los átomos por tanto- tiene electrones como parte constituyente. Este fue el comienzo de la era electrónica y por tanto de las subpartículas. Precisamente, Thomson propuso un modelo atómico en el que los electrones se movían dentro de una esfera de carga positiva.